Barroco

«GVITARRA, instrumento bien conocido, y exercitado muy en perjuyzio de la musica, que antes se tañìa en la viguela instrumento de seis, y algunas vezes de mas ordenes.»
 
«VIGVELA, (…) Este instrumento ha sido hasta nuestros tiempos muy estimado, y ha auido excelentissimos musicos: pero despues que se inventaron las guitarras, son muy pocos los que se dan al estudio de la viguela. Ha sido vna gran perdida, porque en ella se ponia todo genero de musica puntada, y ahora la guitarra no es mas que un cencerro, tan facil de tañer, especialmente en lo rasgado, que no ay moço de cauallos que no sea musico de guitarra.»
 
“Tesoro de la lengua castellana”
Sebastián de Covarrubias

El antropocentrismo humanista de los siglos precedentes dio paso al racionalismo cartesiano así como las texturas homofónicas de Palestrina dieron paso al coral barroco y su nueva concepción de armonía. Así como René Descartes (1596 – 1650) fue el primer occidental en dudar de la deidad monoteísta, Vincenzo Galilei (1520 – 1591) duda de la capacidad expresiva de los intrincados contrapuntos. Su hijo, Galileo (1564 – 1642) intuye un modelo geocéntrico que necesitaría a la gravedad de Newton (1642 – 1727) para finalmente ser indiscutido así como los compositores intuyen una tonalidad que necesitaría a Jean-Philippe Rameau (1683 – 1764) para gobernar. En Inglaterra, la fallida revolución inglesa de 1642, que no encontraría eco entre los compositores ingleses, daría prueba de una burguesía asentada y poderosa, capaz de amenazar al nuevo régimen del absolutismo. Burguesía con naciente conciencia de clase que sería por primera vez retratada en «Le Bourgeois gentilhomme» por Jean Baptiste Lully (1632 – 1687) y Molière (1622 – 1673). Dupla que sería favorecida por las prácticas proteccionistas del economista Jean-Baptiste Colbert (1619 – 1683) y su apuesta por una balanza de pagos excedentaria y sus subsidios a las exportaciones, manufacturas y también al arte. Pero el barroco es escencialmente, salvo en el caso de la península itálica, culto a la realeza, que buscará engrandecerse mediante el mismo y el arte es visto por el comerciante como una forma de ennoblecerse y acceder al título nobiliario que no siempre puede comprar.

Conceptualmente, el continuo precedió al barroco, pero sin duda éste lo hizo suyo como parte fundamental del estilo. Aunque es probable que la práctica existiera anteriormente, la primera constancia de su uso data de 157511, cuando Placido Falconio compuso un simple basso seguente, sin cifrado, que el organista debía armonizar para acompañar al canto. El modelo fue repetido por otros compositores que posteriormente agregaron los cifrados. Podía ser ejecutado por teclados, arpa, viola da gamba y también por los cordófonos pulsados con mástil de la época tales como el laúd, archilaúd, tiorba, tiorbino, angélique o guitarra barroca.

Paralelamente, el desarrollo del concepto de acorde condujo a los autores de guitarra a la invención de tablas, llamadas ‘abecedario’, que permitían al ejecutante recordar velozmente la posiciones a presionar y se sobrentendía que la ejecución de las mismas era mediante rasgueos con el dedo índice, en los que se indicaba la dirección. Estos abecedarios se utilizaron tanto para la escritura de cifrados de acompañamiento, en los que se anotaba únicamente el ritmo y el acorde, como dentro de tablaturas complejas.

La guitarra de cinco órdenes o guitarra barroca al parecer nació en Italia a finales del renacimiento. Similar a la guitarra renacentista, con una caja de resonancia apenas mayor, gozó de popularidad en Francia, Italia y España, en donde desplazó a la vihuela. Principalmente hubo dos corrientes de ejecución: la española asemejaba la guitarra a la vihuela adoptando bordones para las dos últimas cuerdas y la italiana que las afinaba con primas para ejecutar ornamentos con sonoridad de campanella13. En Italia se destacaron Girolamo Montesardo (fl. 1610), Benedetto Sanseverino (fl. 1620), Giovanni Paolo Foscarini (1600 – 1650), Carlo Calvi (1610 – 1646), Francesco Valdambrini (fl. 1646), el virtuoso Francesco Corbetta (1615 – 1681) que posteriormente emigró a las cortes francesa e inglesa, Angelo Michele Bartolotti (? – 1682), Giovanni Battista Granata (1620 – 1687) y Ludovico Roncalli (1654 – 1713). Otro autor es, curiosamente, el compositor, teórico y violinista de la cortes inglesa e irlandesa Francesco Geminiani, que dedicó, además de sus métodos para violín y clavicémbalo, un método de guitarra inglesa, dada la afición por el instrumento de los condes de Charleville. Francia también conoció la guitarra de la mano de Henri Grenerin (fl. 1650), Antoine Carré (fl. 1671), Robert de Visée (1655 – 1733), quien fue alumno del italiano Corbetta, François Campion (1680 – 1748) y François Le Coq (1685 – 1729). Paralelamente España vio nacer a Luis de Briçeño (fl. 1620), que promovió el estilo español en Francia, Lucas Ruiz de Ribayaz (1626 – ?), Gaspar Sanz (1640 – 1710), cuya música influenció fuertemente a la «Fantasía para un gentilhombre» de Rodrigo, Francesc Guerau (1649 – 1722) y Santiago de Murcia (1673 – 1739) quien emigró y popularizó la guitarra barroca en el virreinato de Nueva España, actual México. En otros países europeos la guitarra no tuvo mayor difusión que la de algún intérprete extranjero o un ejecutante aislado como es el caso del compositor neerlandés Nicolas Derosier, quien floreció en 1690.

A causa de las necesidades armónicas de los cantantes, el laúd siguió ganando bordones, incluso por fuera del mástil, se transformó en un archilaúd y luego en un tiorba. Ya a finales del renacimiento habían aparecido los laúdes de siete y diez cuerdas, a los que se le agregaban bordones diatónicamente. Estos laúdes se los comenzó a llamar ‘atiorbados’ o archilaúdes. El origen etimológio del término tiorba es incierto mas en italia se lo denominó ‘chitarrone’, es decir, ‘guitarrón’. Escencialmente no hay mayor diferencia entre archilaúdes, tiorbas y el angélique que su afinación. Mientras que el archilaúd era un laúd con más bordones, las dos primas de la tiorba estaban afinadas una octava más baja con respecto a las dos primas del archilaúd. El angélique, que fue un caso ahislado igual que el tiorbino, un archilaúd con particular afinación por segundas, lo que lo asemejaban en concepto a un arpa diatónica con trastes.

El barroco significó el apogeo de los laúdes, en parte debido a lo cuantioso de la producción y los autores. Sin duda el primer laudista que tendió a la estética barroca fue el mencionado Vincenzo Galilei, padre de Galileo y de otro laudista, Mighelagnolo Galilei (1575 – 1631). Galileo fue músico aficionado, pero sí continuó la tradición su hijo ilegítimo Vincenzo Gamba (1606–1649). Otra familia que de laudistas fue la de Alessandro Piccinini (1566 – 1638). Otros autores destacadis fueron Giovanni Zamboni (fl. 1718) y Francesco Bartolomeo Conti (1682 – 1732), éste último admirado por G. F. Handel (1685 – 1759) y Johann Sebastian Bach, quienes arreglaron y tomaron préstamos de sus piezas.

Francia también gozó de castas de laudistas como las conformadas por Pierre Dubut (1610 – 1681) y su homónimo hijo (1642 – 1700), Germain Pinel (1600 – 1661) y su hijo François Pinel (1624 – 1709) , Denis Gaultier (1597 – 1672) y su primo Ennemond Gaultier (1575–1651), quien tuvo como alumnos los célebres hermanos Jacques (? – 1690) y Alexandre Gallot (1625 – 1684). Curiosamente dos Gautier laudistas no estuvieron relacionados con los anteriores, como son los casos de Jacques (fl. 1660) y Pierre Gautier (1599–1638). Alumno célebre de Denis Gaultier fueron François Dufaut (1604 – 1672) que trabajó para la corte inglesa y Charles Mouton (1617 – 1699) quien alternó entre París y Turín. De los mejores laudistas de la francia de su tiempo fue René Mesangeau (?–1638), quien fue miembro de la corte de Luis XIII (1601 – 1643) pero sin duda el más presente en el repertorio moderno de guitarra es Robert de Visée (1655 – 1732) cuya suite en D fue grabada por Andrés Segovia. Nicolas Vallet (1583 – 1642) pertenece a la escuela de composición neerlandesa, sin embargo es francés de nacimiento, su importancia radica en haber sido el primero en introducir ornamentos en las tablaturas12.

La mayor escuela de laudistas barrocos probablemente se encontró en Alemania, en donde el laúd se seguiría ejecutando incluso en los comienzos del período clásico. Dos figuras cumbres marcan esta tradición: Johannes Hieronymus Kapsberger (1580 – 1651), que podría incluírsele en la escuela italiana ya que ahí fue donde desarrolló su carrera, y Silvius Leopold Weiss, cuya amistad con J. S. Bach daría como fruto los BWV 995-1000 y el BWV 102513, basado en una sonata de Weiss. Su hermano menor Johann Sigismund (1690 – 1737) también fue un destacado laudista y su concierto en re menor es ejecutado como parte del repertorio actual de guitarra. Esaias Reusner (1636 – 1679) fue otro virtuoso laudista y compositor, destacado ejecutante del laúd de once órdenes. Otros autores y ejecutantes destacados Jacques Bittner (fl. 1680), Wolff Jakob Lauffensteiner (1676 – 1754) y Ernst Gottlieb Baron (1696 – 1760).

También forman parte del repertorio de éste período dos grandes compositores no laudistas: J. S. Bach y Antonio Vivaldi. Aunque sí es conocido su especial aprecio por el timbre del laúd, no está del todo claro la instrumentación de la obra de Bach para laúd, aunque sí consta que fue ejecutada por Weiss, que además publicó sus propias tablaturas de las piezas, pero dichas tablaturas poseen modificaciones con respecto al material original. El otro instrumento para el que pudieron estar compuestas las piezas se llama ‘lautenwerck’, ya que Bach era propietario de dos de éstos14, un clavicémbalo con caja de resonancia similar a la del laúd y cuerdas de tripa. Además, solo una de las composiciones del conjunto BWV 995-1000 parece ser original para laúd, se trata del BWV 998, el resto son transcripciones de suites para violín, violoncello o clavicémbalo. La inmensa producción de Vivaldi incluye, entre tantos instrumentos, obras para laúd como el concierto RV 540 para viola d’amore y laúd, dos tríos sonata para violín y el mismo RV 82 y 85, un célebre concierto en re mayor, RV 93 y conciertos para mandolina como el RV 425 en do mayor, otro para dos mandolinas RV 532, otro “com molti stromenti” entre los que incluye dos mandolinas RV 558.

Con la aparición de la orquesta sinfónica, en el siglo XVIII, los instrumentos de cuerda pulsada y mástil quedaron relegados a un segundo plano. Los laúdes, que ya habían sido abandonados en inglaterra, quedarían en el olvido también en Francia e Italia y a finales del clasicismo también desaparecería en Alemania. La tradición de la guitarra barroca también se perdería y dejaría un vacío que sería colmado recién en la última década del siglo XVIII por la guitarra romántica, pero sin el éxito de tiempos pasados.

Ejemplos sonoros
  • Barroco
    1. Alemán
      1. Laúd/Archilaúd/Teorba
        1. Johann Sebastian Bach (lautenwerk)
        2. Johann H. Kapsberger
        3. Silvyus Leopold Weiss
    2. Español
      1. Guitarra
        1. Gaspar Sanz
    3. Francés
      1. Teorba
        1. Robert de Visèe
    4. Italiano
      1. Guitarra
        1. Francesco Corbetta
  • Línea de tiempo
    1560 1570 1580 1590 1600 1610 1620 1630 1640 1650 1660 1670 1680 1690 1700 1710 1720 1730 1740
    Renacimiento
    Barroco temprano
    Barroco medio
    Barroco tardío
    Galante
    Michelagnolo Galilei
    Johann Hieronymus Kapsberger
    Vincenzo Gamba
    Francesco Corbetta
    Gaspar Sanz
    Francesc Guerau
    Robert de Visée
    Silvius Leopold Weiss

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